A sólo 300 Km. de Montevideo, nos introducimos en un mundo distinto,
el de PUNTA DEL DIABLO.
Un lugar lleno de mística, alimentada por su nombre y viejas historias de naufragios.
Aún sigue siendo un pueblo de pescadores y artesanas, que, viviendo al ritmo de las
estaciones y las mareas, reivindica el contacto con la naturaleza como forma de vida.
En verano, las barcas salen a pescar y venden su captura a los turistas, bajo el vuelo
de cientos de gaviotas.
Punta del Diablo es un viaje hacia el mar. Aquí no hay celulares, ni computadoras, ni
jefes, ni súbditos.
No hay hoteles 4 estrellas, ni dos, ni una. Sólo posadas y cabañas rústicas que crecen
anárquicamente sobre las rocas, al borde de las dunas que van a morir al mar.
Este pueblo se convirtió en balneario, al influjo de la gente, que cada año, vuelve a dejarse hechizar por sus playas.